
El Magdaleniense es una de las últimas culturas del Paleolítico Superior, debe su nombre a la cueva La Madeleine, situada en la localidad de Tursac, en el departamento de Dordoña, puesto que muchos de los elementos materiales que caracterizan este período proceden de ella.
Se puede situar su inicio hace unos 15.000 años, aunque se debe adelantar o retrasar algo esa fecha según la región, toma el relevo del Solutrense, y aunque sea con matices regionales, su final se puede situar hace unos 8.500 años, dando lugar a un período de transición llamado Epipaleolítico o Mesolítico.
Se han diferenciado tres épocas en el Magdaleniense, cada una con sus elementos característicos, pero manteniendo un hilo conductor a lo largo de todo el período. Podríamos distinguir el Magdaleniense Inferior, el Medio y el Superior.
Podemos decir que se trata de una cultura que se desarrolló en el occidente de Europa, su núcleo se puede encontrar en el suroeste de Francia, en los Pirineos y en la zona cantábrica, aunque ocupa un territorio de muchos kilómetros, se desarrolló en una zona bastante acotada.
Lo mismo que en toda la época del Paleolítico o “era de la piedra tallada antigua”, nos encontramos ante grupos humanos cazadores, recolectores y pescadores, por eso, se mueven tras los recursos que necesitan para la vida, es decir, son grupos humanos nómadas.
Según se van desarrollando distintas clases de técnicas, se consiguen unos niveles altos de especialización, se produce una acusada regionalización cultural y el humano Homo sapiens-sapiens o Cro-magnon se adapta a vivir en ecosistemas muy diversos, durante el Magdaleniense los humanos colonizas casi todo el planeta, tal vez éste sea el factor que ha posibilitado la supervivencia de esta especie humana hasta hoy en día.
El Magdaleniense está marcado por el frío, se desarrolló a finales de última glaciación, aunque también mediaron épocas templadas, ese clima frío condicionó por completo la forma de vida de la época.
Seguimos en la época de la piedra tallada, pero el Magdaleniense viene definido sobre todo por los instrumentos realizados en hueso y asta, la industria sobre estos materiales de origen animal llega a su máxima expresión y eso produce una diversidad muy interesante de instrumentos, son testigo de ello azagayas, propulsores, arpones, varillas, agujas, bastones perforados o espátulas.
Muchas de estas herramientas son auténticas obras de arte, el ser humano los ha decorado de manera espectacular y se consideran como los mejores ejemplos del arte mueble paleolítico, piezas decoradas que se pueden llevar encima, realizados trabajando hueso, asta, dientes, conchas o trozos de piedra.
Algunas de las representaciones artísticas más bellas creadas por el ser humano también son del Magdaleniense, nos referimos al arte rupestre, estas obras de arte se han relacionado muchas veces con el mundo de la magia, los rituales o los símbolos. Pintaron, grabaron o modelaron arcilla en las paredes y los techos de cuevas muy profundas, o grabaron o trabajaron figuras en altorrelieve o bajorrelieve en grandes losas de piedra a la intemperie.
Las obras de arte de Ekain, tanto el arte rupestre representado en el fondo de la cueva como las dos piezas de arte mueble (una plaqueta de arenisca con figuras grabadas y un contorno recortado con aspecto de ave) halladas en el yacimiento arqueológico de la entrada de la cueva, son plenamente del Magdaleniense, lo mismo que la mayoría y las más espectaculares manifestaciones artísticas del Paleolítico halladas en el suroeste de Europa.
Además, muchas estaciones de arte pertenecientes al Magdaleniense comparten unas características similares, las manifestaciones se extienden desde Asturias hasta todo el sur de Francia, y muchas de ellas muestran similitudes evidentes entre ellas, las técnicas y la temática se repiten una y otra vez, muchas veces se sigue un mismo esquema para organizar las figuras, a menudo se pueden ver unas convenciones estilísticas...
Parece ser que en ese ámbito geográfico se produce una circulación de ideas y que seres humanos que se hallan a tanta distancia los unos de los otros mantienen algún tipo de relación.
Se puede situar su inicio hace unos 15.000 años, aunque se debe adelantar o retrasar algo esa fecha según la región, toma el relevo del Solutrense, y aunque sea con matices regionales, su final se puede situar hace unos 8.500 años, dando lugar a un período de transición llamado Epipaleolítico o Mesolítico.
Se han diferenciado tres épocas en el Magdaleniense, cada una con sus elementos característicos, pero manteniendo un hilo conductor a lo largo de todo el período. Podríamos distinguir el Magdaleniense Inferior, el Medio y el Superior.
Podemos decir que se trata de una cultura que se desarrolló en el occidente de Europa, su núcleo se puede encontrar en el suroeste de Francia, en los Pirineos y en la zona cantábrica, aunque ocupa un territorio de muchos kilómetros, se desarrolló en una zona bastante acotada.
Lo mismo que en toda la época del Paleolítico o “era de la piedra tallada antigua”, nos encontramos ante grupos humanos cazadores, recolectores y pescadores, por eso, se mueven tras los recursos que necesitan para la vida, es decir, son grupos humanos nómadas.
Según se van desarrollando distintas clases de técnicas, se consiguen unos niveles altos de especialización, se produce una acusada regionalización cultural y el humano Homo sapiens-sapiens o Cro-magnon se adapta a vivir en ecosistemas muy diversos, durante el Magdaleniense los humanos colonizas casi todo el planeta, tal vez éste sea el factor que ha posibilitado la supervivencia de esta especie humana hasta hoy en día.
El Magdaleniense está marcado por el frío, se desarrolló a finales de última glaciación, aunque también mediaron épocas templadas, ese clima frío condicionó por completo la forma de vida de la época.
Seguimos en la época de la piedra tallada, pero el Magdaleniense viene definido sobre todo por los instrumentos realizados en hueso y asta, la industria sobre estos materiales de origen animal llega a su máxima expresión y eso produce una diversidad muy interesante de instrumentos, son testigo de ello azagayas, propulsores, arpones, varillas, agujas, bastones perforados o espátulas.
Muchas de estas herramientas son auténticas obras de arte, el ser humano los ha decorado de manera espectacular y se consideran como los mejores ejemplos del arte mueble paleolítico, piezas decoradas que se pueden llevar encima, realizados trabajando hueso, asta, dientes, conchas o trozos de piedra.
Algunas de las representaciones artísticas más bellas creadas por el ser humano también son del Magdaleniense, nos referimos al arte rupestre, estas obras de arte se han relacionado muchas veces con el mundo de la magia, los rituales o los símbolos. Pintaron, grabaron o modelaron arcilla en las paredes y los techos de cuevas muy profundas, o grabaron o trabajaron figuras en altorrelieve o bajorrelieve en grandes losas de piedra a la intemperie.
Las obras de arte de Ekain, tanto el arte rupestre representado en el fondo de la cueva como las dos piezas de arte mueble (una plaqueta de arenisca con figuras grabadas y un contorno recortado con aspecto de ave) halladas en el yacimiento arqueológico de la entrada de la cueva, son plenamente del Magdaleniense, lo mismo que la mayoría y las más espectaculares manifestaciones artísticas del Paleolítico halladas en el suroeste de Europa.
Además, muchas estaciones de arte pertenecientes al Magdaleniense comparten unas características similares, las manifestaciones se extienden desde Asturias hasta todo el sur de Francia, y muchas de ellas muestran similitudes evidentes entre ellas, las técnicas y la temática se repiten una y otra vez, muchas veces se sigue un mismo esquema para organizar las figuras, a menudo se pueden ver unas convenciones estilísticas...
Parece ser que en ese ámbito geográfico se produce una circulación de ideas y que seres humanos que se hallan a tanta distancia los unos de los otros mantienen algún tipo de relación.
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