2011/02/25

El descubrimiento de las pinturas de Ekain

La Asociación Cultural Antxieta de Azpeitia ha desarrollado durante décadas una ardua tarea para investigar e intentar mantener vivos distintos aspectos de la cultura vasca, todo ello impulsados por sus ganas de aprender y a cambio únicamente de su satisfacción personal, de forma desinteresada y absolutamente voluntaria.
Algunos de sus miembros han mostrado desde siempre un interés especial por el conocimiento de nuestros antepasados más lejanos y los restos materiales dejados por los mismos. Uniendo esta inquietud a su afición por el mundo de la espeleología, empezaron a buscar los secretos de la prehistoria en las cuevas.
Para esa tarea, este grupo de aficionados a la arqueología contó con la asesoría técnica y la protección de la Sociedad de Ciencias Aranzadi. Gracias a esta prolífica colaboración, hemos tenido conocimiento de muchos yacimientos arqueológicos de Guipúzcoa y Euskal Herria y conocemos mucho mejor todo lo relativo a la forma de vida de nuestros antepasados más lejanos.
En 1969, varios miembros de la Asociación Cultural Antxieta estaban buscando e investigando distintos enclaves de ocupación prehistórica en los montes del macizo de Izarraitz. Andoni Albizuri y Rafael Rezabal eran dos de esos investigadores voluntarios que dedicaban su tiempo libre a la arqueología.
Un domingo de la primavera llegaron al valle de Sastarrain siguiendo la regata del riachuelo Goltzibar. Aquel paraje les pareció un lugar idóneo para la forma de vida del Paleolítico, puesto que había abundantes pastos para las grandes manadas de herbívoros y mucha agua aportada por las dos regatas que se unen en este punto.
Empezaron a buscar alguna cueva en el entorno, fue el ama de casa del caserío Sastarrain quién les condujo a un refugio de apenas 13 metros.
El 8 de junio empezaron a buscar vestigios de ocupación humana en ese espacio. Rafael sintió una corriente de aire frío procedente de un agujero. Apartaron unos bloques de piedra que les obstaculizaban el camino y se arrastraron a gatas por una estrecha galería.
Al ponerse de pie, los crujidos del suelo les hicieron saber que pisaban una superficie virgen. A unos 60 metros de la entrada se encontraron frente al Gran Panel de Caballos, grupo pictórico que el etnólogo, arqueólogo e historiador francés André Leroi-Gourhan calificó como “el conjunto de caballos más perfecto del arte Cuaternario”.
Ese mismo domingo informaron de su hallazgo a los miembros de la sección de Prehistoria de la Sociedad de Ciencias Aranzadi. Don José Miguel Barandiaran y Jesús Altuna llegaron al día siguiente a la cueva denominada Ekain 1. Tras estudiar las obras de arte rupestre de sus paredes, certificaron que fueron hechas hace unos 13.000-14.000 años, a finales del Paleolítico Superior, más en concreto en el período cultural llamado Magdaleniense Superior.
En ese momento se puso en marcha la iniciativa para la protección de la cueva Ekain y sus pinturas. Tras muchas y duras discusiones con distintas autoridades e instituciones, Ekain se cerró en junio de 1969, de esa forma se ganó tiempo para investigar sus imágenes y el yacimiento arqueológico.
La cueva de Ekain fue gestionada durante mucho tiempo por la Sociedad de Ciencias Aranzadi, en el marco de esa gestión se realizó un programa muy controlado de visitas guiadas. Pero cada vez se veía una mayor necesidad de enseñar y de dar a conocer ese magnífico conjunto de arte rupestre. Así surgió y se materializó en la década de 1980 la idea de crear una copia o réplica de la cueva de Ekain.
Como fruto del trabajo de dos décadas, en 2008 abrió sus puertas al público Ekainberri, donde todo visitante puede disfrutar del arte rupestre de Ekain, eso sí, sin riesgo de dañar las figuras originales.

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